El lobo en los bestiarios medievales

Los Bestiarios son recopilaciones de descripciones, acompañadas a menudo por ilustraciones, de una serie de animales reales o míticos, y en ocasiones también de elementos naturales (piedras, plantas...) y sus propiedades, con intención moralizante cristiana, cuyo mayor representación se encuentra en la época medieval. La principal fuente de la que beben los bestiarios medievales es el Physiologus (El Fisiólogo). Esta obra, de autoría discutida, fue posiblemente escrita en Alejandría, entre los siglos II y V . En casi 50 capítulos, el autor se sirve de las criaturas descritas para explicar el dogma cristiano. A pesar de ello, las historias que presenta el Fisiólogo, provienen de fuentes aún anteriores, por un lado de filósofos como Aristóteles y Plinio; por otro de cuentos de animales indios, hebreos y egipcios. La difusión del Fisiólogo entre los siglos XII y XIII, convirtió a esta obra en inspiración para los bestiarios escultóricos, y recreaciones animales en el arte del periodo Románico. En un principio los animales descritos pertenecían al ámbito oriental, tardíamente se introducirían los animales europeos, así como un sinfín de criaturas híbridas surgidas de la imaginación de escritores e ilustradores. En los bestiarios los animales son instrumentos del Dios cristiano. A grandes rasgos, los animales considerados bellos están destinados a encarnar las virtudes cristianas, los que se consideran peligrosos se reservan al servicio del mal. Esta imaginería y asociaciones de significado pudieron ser empleadas en el discurso doctrinal de los predicadores de la época, para atemorizar y ejemplificar a los oyentes. Pero al parecer los Bestiarios no se reservaron únicamente las alegorías más evidentes. Entre sus contenidos conviven símbolos procedentes de la alquimia, y una serie de códigos descifrables por unos pocos. A pesar de ser presentados con las características de una "historia natural" (incluyendo en ella a las criaturas que hoy consideramos míticas o imaginarias), en los Bestiarios pesa más el valor simbólico o alegórico de las criaturas descritas que la realidad de las afirmaciones. Esto resultó ser el origen de falsos tópicos acerca de ciertos animales, que aún se conservan.

El lobo en los bestiarios

En la imaginería románica el lobo era una criatura iniciatica, para las cofradías de constructores. En alquimia el lobo era símbolo del antimonio y por tanto de saturno; por sus propiedades de fijeza y solidez se contraponía al mercurio, volátil. Para la iglesia medieval, el lobo estaba asociado al Maligno, y frecuentemente se le dota de un talante excepcionalmente astuto y cruel. Se utiliza su condición de predador y sus taques al ganado, especialmente a las ovejas, para simbolizar al diablo acechando y "robando" almas cristianas, al mínimo descuido del desafortunado. El lobo era símbolo de voracidad, y la loba de concupiscencia y lascivia. Es posible que algunas de las creencias populares acerca del lobo, recogidas siglos más arde en algunos tratados de caza tengan su precedente en los bestiarios medievales. Algunos tópicos extendidos tienen cierta base real, por ejemplo, el brillo de los ojos en la oscuridad (por las características de la retina, sus ojos, al igual pero en menor grado que los felinos, reflejan la luz para mejorar la visibilidad). Se dice también que en periodos de hambre, "se alimentan de tierra"; y esto podría venir de haber visto al lobo desenterrar los restos de alguna presa ( los lobos entierran en ocasiones restos de sus cacerías para momentos de escasez). También se decía que un lobo veía a una persona antes que ésta le viese a él, la persona perdía la voz, y esto puede darse cuando una persona pasa mucho miedo. Otros tópicos que no tienen ninguna base real son que el lobo nunca bebe agua (al contrario, tan necesaria les es que no pueden vivir demasiado lejos de ella), que no puede volver la cabeza, que es un animal concupiscente ( sólo hay una pareja en una manada de lobos, y sólo se aparea una vez al año, además las parejas de lobos suelen mantenerse estables). Otros son exageraciones que subrayan la astucia atribuida al lobo, como la capacidad de aullar con una pata en el hocico, para que parezca que son varios en lugar de uno solo; o que cuando varios lobos cruzan un río se sujetan los unos a otros por la cola, para que no se los lleve la corriente. Las más tristes elucubraciones son, sin duda, las que conciernen a la crueldad del lobo, por ejemplo, que el lobo ataca deliberadamente a una cierva preñada para robarle el feto y devorarlo delante de ella, para después matarla.

Fuentes:

Jean Marc Landry, El lobo, Ed. Omega, Barcelona, 2004

Albert Manent, El Llop a Catalunya, Memòria, llegenda i història, Pagès Editors, Lleida, 2004.

http://www.aragonesasi.com /bestiario/index.php

http://expositions.bnf.fr /bestiaire/expo/version_esp /salle2/accueil.htm

http://espanol.geocities.com /ornitorrinco13/Simbologia _Romanica/simbologia_romanica.html

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